Recorren corredores latinos miles de millas en ruta histórica por EU
TRENTON, Nueva Jersey, EU, 4 de diciembre de 2025.- Un grupo de corredores latinoamericanos avanza de manera ininterrumpida por Estados Unidos en una travesía atlética y comunitaria que enlaza el sur con el noreste del país, con destino final en Connecticut. La caravana, que partió desde la frontera sur, mantiene un recorrido continuo las 24 horas del día, siete días a la semana, y reúne a participantes de distintos países de América Latina bajo un mensaje común de unidad.
El recorrido es liderado por el empresario y atleta José Cusnia. La travesía partió desde la frontera sur, en Laredo, Texas, y equivale al esfuerzo del atleta al completar más de un centenar de maratones de forma consecutiva; con el paso de los días, dejó de ser un desafío personal para transformarse en un movimiento colectivo al que se han sumado corredores de México, Ecuador, Guatemala, República Dominicana, Colombia y Estados Unidos.
De acuerdo con un comunicado de los organizadores, la iniciativa busca visibilizar la fuerza de la comunidad latina y promover un mensaje de unidad, resiliencia e identidad a lo largo de las comunidades que atraviesa la caravana.
“Esta vez no corremos para huir, corremos para unirnos”, afirmó Cusnia, al destacar el sentido comunitario que ha tomado la travesía.
Para Michael Disla, corredor de raíces dominicanas, la experiencia ha sido un reto emocional tanto como físico. “Corro con miedo, no con valentía. Entendí que el miedo no siempre te detiene; a veces te confirma que vas por el camino correcto”, señaló.
Thalía Merino, originaria de Ecuador y residente en Connecticut, afirmó que las madrugadas representan uno de los mayores desafíos. “El frío y la oscuridad te ponen a prueba, pero pienso en mi hija y sigo adelante”, expresó.
Erick Aguilar, guatemalteco radicado en Estados Unidos, dijo que corre pensando en el futuro de sus hijas. “Llegué solo a este país a los 16 años. Hoy corro para dejarles el ejemplo de que los sueños también se persiguen”, comentó.
Para Wilson Erraez, ecuatoriano, el recorrido tiene un sentido espiritual. “Correr se volvió un altar. Cada montaña fue una conversación con Dios”, relató.
Desde Carolina del Norte, Juan Martínez resumió el reto con una frase. “El cuerpo falla, la voluntad nunca”.
Óscar, El Niño, corredor ecuatoriano residente en Nueva York, explicó que la ruta va más allá del deporte. “Esto no es solo correr; es una prueba del alma. Cuando la gente nos dice que esta carrera los inspira, entendemos que cada milla vale la pena”, dijo.

Abel Campos, originario de México, regresó a la frontera 35 años después de haberla cruzado siendo niño para formar parte de la travesía. “Mientras corría sané al niño que fui. Esta carrera no solo une territorios; une historias”, expresó.
La logística se sostiene con un vehículo recreativo que acompaña a la caravana y funciona como punto de descanso y relevo. Mientras parte del grupo se recupera por breves periodos, otros continúan la marcha para mantener el avance constante, de día y de noche. La dinámica ha permitido que el recorrido no se detenga desde su inicio.
El paso de los corredores ha generado una respuesta inmediata en comunidades latinas a lo largo de la ruta. En distintos puntos del país, personas sin experiencia previa en carreras de larga distancia se han incorporado para acompañar algunos tramos, atraídas por un mensaje que trasciende lo deportivo y se enfoca en la identidad, la migración y la resiliencia colectiva.
Para varios participantes, la travesía ha sido también un espacio de reflexión personal. Algunos corren para dejar un mensaje a sus hijos, otros para cerrar ciclos migratorios o transformar experiencias de miedo y sacrificio en una narrativa de fortaleza y esperanza compartida.
José Cusnia, motor de la iniciativa
Los participantes coinciden en que el liderazgo de José Cusnia ha sido clave para sostener la ruta. Señalan que su forma de acompañar, más que dirigir, ha mantenido unido al grupo en los momentos de mayor desgaste físico y emocional.
Para muchos, Cusnia simboliza una narrativa compartida por miles de migrantes en Estados Unidos: años de esfuerzo continuo para abrirse camino. “Esta vez no corremos para huir, corremos para unirnos”, afirmó uno de los corredores.
A medida que la caravana se aproxima a su destino final en Connecticut, crece la expectativa sobre el impacto que esta experiencia pueda tener más allá de la ruta. Los organizadores adelantaron que el recorrido y las historias de sus participantes están siendo documentados para un proyecto audiovisual que busca visibilizar el alcance humano y social de esta iniciativa.
Al concluir el trayecto, los corredores no solo habrán cruzado miles de millas, sino que habrán reafirmado un mensaje que acompaña cada paso de la ruta: la unidad colectiva puede llegar más lejos que cualquier esfuerzo individual.
