Libros de ayer y hoy

Niños y jóvenes, blanco del agresor
Qué triste que un mes tan bello como es septiembre nada menos que el mes de nuestra Patria, sea en el que se conmemora aquella fatídica destrucción de los niños héroes de Chapultepec y que otros, jovencitos, estudiantes de Ayotzinapa, hayan desaparecido falazmente. Igual de trágicos son los miles de niños asesinados en Gaza -18 mil hasta agosto pasado según medios del Vaticano-, por Benjamín Netanyahu y que 21 mil de los 40 mil 500 lesionados, queden baldados para siempre. La historia de aquellos héroes que dieron sus vidas en 1847, es desmentida por gente de la oposición, en ese alarde absurdo de quitar mérito a giros fatales de la historia, cuando interviene en su contra el ejército estadounidense. Desde entonces esos que podrían considerarse traidores siendo mexicanos, ya defendían con esa duda al ejercito invasor que comandaba el general Winfield Scott. Se yerguen como lo hace ahora Felipe Calderón pidiendo descaradamente al gobierno del norte que sea el que de la pauta de lo que ocurre en México.
ASÍ CAYERON LOS NIÑOS HÉROES, BAJO LAS BALAS DEL INVASOR
Siempre se ha hablado de niños, acerca de los que estudiaban en el Colegio Militar en aquellas fechas cuando Estados Unidos invadió México. Pero se trató de jovencitos mas bien, en la entrada de la adolescencia, de 14 años y cerca de la salida hacia la juventud, de 17 años. El enviado del general Scott amuralló a los 632 soldados mexicanos y a los 200 jovencitos que estaban en el colegio. La fuerza del ejército invasor logró dominarlos y al verse perdidos, uno de de ellos se arropó en la bandera mexicana y se lanzó desde la altura para morir abrazado por su patria. Se dijo en algunas ocasiones que el que había realizado ese gesto fue el cadete Juan Escutia, pero en realidad históricamente se ha comprobado que fue Fernando Montes de Oca que tenía 19 años. Uno que comprobó plenamente ese hecho fue el poeta nayarita Amado Nervo autor de Los héroes niños de Chapultepec (Ediciones Córdoba 2003, Porrúa varias ediciones) ya que Juan Escutia, que tiene homenajes permanentes en aquel estado, era su paisano. Tapada de boca de parte de los nayaritas, a los torpes que niegan la existencia heroica de los cadetes. Más cuando la historia consigna en septiembre de 1849, el primer homenaje a su memoria. Dice la entrada:
Como renuevo cuyos aliños
un cierzo helado destruye en flor,
así cayeron los héroes niños,
bajo las balas del invasor.
AMADO NERVO CONFIRMÓ SU PROFUNDA MEXICANIDAD EN SU POEMA A LOS HÉROES
La historia de aquella heroicidad fue recalcada en 1903 por el gran poeta Amado Nervo, quien por largas décadas fue cuestionado porque trabajó en el equipo de Porfirio Diaz, como diplomático. Pero él era un poeta que tenía muy clara su posición como mexicano. La historia de aquellos niños lo habían conmovido, mas al recordar a su paisano Escutia y en su momento escribió Los héroes niños de Chapultepec que fortaleció la anécdota de aquella heroicidad. Desde entonces el poema tomó fama, y sembró en la mente del mexicano aquel acto heroico y en cada estado se recuerda a aquellos niños que en la primera etapa de sus vidas, ya reconocían la grandeza de la Patria. Ejemplo que deberían de tener en la mente los traidorcitos que van de viaje al extranjero a entregar a nuestro país. El poema fue publicado en 1903 con el nombre de Los héroes niños de Chapultepec o Los niños mártires de Chapultepec con más de veinte partes. Y eso confunde a veces y también porque en algunos tiene cuartetas y en otro quintetas o más, muy diferentes en algunos versos que se publican aislados. Del poema de quinteta, su final:
Los dioses nos robaron el tesoro
de esas almas de niños que se abrían
a la vida y al bien, cantando en coro.
Así fue, la mañana era de oro,
septiembre estaba en flor ¡Y ellos morían!