Reitera Mario Núñez su llamado a luchar, 57 años después del 2 de octubre

NEW BRUNSWICK, Nueva Jersey, EU, 2 de octubre de 2025.- "El 2 de octubre no se olvida", afirma con firmeza Mario Núñez Mariel, aferrado a cada palabra de la frase que durante décadas ha sido grito y consigna en México.
Desde un suburbio de New Brunswick, Nueva Jersey, donde hoy escribe sus memorias junto a su esposa, este hombre de estatura media, mirada noble y 80 años de vida, asegura que "la memoria ganó la pelea frente a la fuerza del olvido" tras el movimiento estudiantil de 1968.

En ese entonces, Núñez, 21 años, era estudiante de Sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y representante del Consejo Nacional de Huelga (CNH), órgano que articuló la voz de más de 70 escuelas y facultades en un país gobernado con mano dura por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
"Ahí empezó la lucha por la democratización de México", recuerda. El pliego petitorio incluía seis puntos fundamentales: la liberación de presos políticos, la desaparición del cuerpo de granaderos y el fin de la llamada ley de disolución social, que permitía reprimir manifestaciones bajo cualquier pretexto. Lo que comenzó como un reclamo por la brutalidad policial se transformó en un movimiento de masas, con marchas de hasta 300 mil personas en las calles de la Ciudad de México.

Pero el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz respondió con violencia. El 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, estudiantes, profesores y familias enteras fueron acribillados por el Ejército y cuerpos de seguridad. El número de muertos nunca se supo con certeza: se habló de decenas, de cientos. Lo único claro fue que México presenció una de sus peores tragedias.
"Ya no hay manera de borrar la tragedia. El dolor íntimo de un pueblo queda para siempre. Y los perpetradores de la masacre, los que dispararon a jóvenes en un mitin pacífico, quedan condenados para siempre", afirma Núñez.
Para este exiliado político convertido en diplomático, lo ocurrido en 1968 marcó un antes y un después en la historia política de México.
El movimiento abrió caminos que luego seguirían luchas feministas, obreras, campesinas y ecologistas.
Más de medio siglo después, advierte que la lección del 68 no debe quedarse en la conmemoración.
"Mi preocupación es no quedarnos en el pasado, sino llevar esa actitud crítica a la sociedad contemporánea", dice con voz grave. Y enseguida dispara su diagnóstico: "vivimos en medio de una guerra civil hemisférica".

Una guerra civil hemisférica
Por un momento, Nuñez hace una pausa y comienza a revisar sus bolsillos, de uno de ellos en su camisa, sacó un par de papeles con lo siguiente escrito:
"En México, solo en los últimos cuatro gobiernos, suman más de 542 mil asesinatos, y entre el 70 y el 80 por ciento son jóvenes. Eso es holocáustico, una tragedia gigantesca." Y detalla: 64 mil asesinatos en el sexenio de Vicente Fox, 122 mil con Felipe Calderón, 156 mil con Peña Nieto y 200 mil más en lo que va de Andrés Manuel López Obrador.
"No es posible que tengamos un fenómeno de asesinato masivo de los jóvenes. Hay una negación de la tragedia a niveles que nunca había entendido ni visto como sociólogo en el mundo. Y he vivido en 12 países diferentes, fui diplomático muchos años, pero nunca había visto algo así", explica con indignación.
El problema, dice, no se limita a México. Según el Instituto Igarapé de Brasil, entre 2000 y 2018 en América Latina y el Caribe hubo 2.5 millones de asesinatos. Si se suman los años más recientes, la cifra asciende a 3.3 millones de muertos.
"Es el resultado más dramático en la historia del continente", sentencia. Y no duda en ponerle nombre: "narcofascistas".

Para él, el crimen organizado representa la extrema derecha de la sociedad: un poder espurio que, mediante la violencia absoluta, se impone sobre instituciones y comunidades.
"Es un sistema de opresión nunca visto. Comunidades enteras pagan derecho de piso, son desplazadas, sus hijos reclutados o desaparecidos. Es la supresión de todas las libertades. Es el mal absoluto".
"El continente entero está en llamas, y los jóvenes son las principales víctimas", concluye.
Levántate y lucha
Por eso, su mensaje hacia la juventud es directo. "Los jóvenes tienen que incorporarse a la lucha para su propia salvaguarda y para su propia certidumbre de seguir viviendo. Desde los sesenta y ocheros dijimos: peleamos entonces, modificamos algo. Ahora hay que pelear otra vez para parar esta locura. ¡Hay que parar la locura!"
Reconoce que los movimientos feministas han dado pasos importantes en contener la violencia, pero advierte que la juventud sigue desorganizada pese a ser la principal víctima. "Levántate y lucha", insiste. No para repetir el 68, sino para garantizar el derecho elemental a la vida.
El veterano también subraya la necesidad de instituciones continentales capaces de enfrentar al crimen organizado. Incluso propone la creación de un "Parlamento de las Américas" que coordine respuestas colectivas a nivel regional.

Un día nacional de duelo
Al final de la conversación, Núñez vuelve la mirada hacia México y hacia su presidenta. La elogia como una mujer comprometida, inteligente y consistente, pero también le lanza un pedido simbólico y urgente.
"Le propongo y le ruego que declare el 2 de octubre como Día Nacional de Duelo. Que a partir del próximo año todas las banderas del país ondeen a media asta."
Sería, asegura, un homenaje a quienes cayeron en 1968 y a todas las generaciones que desde entonces siguen enfrentando la violencia.
Mario Núñez ha vivido en 12 países, ha sido exiliado, diplomático y analista. Ha visto la caída de la Unión Soviética y la expansión de la globalización. Pero al recordar su propia vida, todo vuelve al mismo punto: el movimiento estudiantil que lo marcó para siempre.

"El 2 de octubre no se olvida porque fue dolor íntimo de un pueblo y porque dejó una enseñanza: la memoria ganó frente al olvido. Y ahora esa memoria tiene que convertirse en resistencia, porque no podemos permitir que el asesinato masivo de jóvenes siga siendo normalidad", asegura.
Con medio siglo de distancia, su mensaje sigue siendo el mismo que lo acompañó en las calles de 1968: Levántate y lucha.