Memoria, no reivindicación cristera
En su más reciente Asamble Plenaria, los obispos católicos mexicanos redactaron y divulgaron un mensaje abierto a la sociedad en el que apelaron a la unidad de la Iglesia, anunciaron una Ruta Jubilar en clave histórica, denunciaron realidades “que no pueden ser calladas” en el contexto mexicano actual y ponderaron a la familia como una estructura social en riesgo que requiere atención y respuestas urgentes.
De entre todos estos asuntos, destaca la interpretación histórico-política que los obispos hacen de los acontecimientos del siglo pasado sobre la persecución religiosa y la denominada Guerra Cristera. Sin duda, la honda degradación de la relación política de los caudillos postrevolucionarios con la Iglesia católica en México hace 100 años llegó a un punto de quiebre en el gobierno de Plutarco Elías Calles con la criminalización de las prácticas religiosas de fieles y ministros, así como con las leyes formalmente discriminatorias y persecutorias contra la fe católica.
Los obispos dicen que aquel fue un “acontecimiento providencial” en el que “el pueblo católico, reprimido, inició el levantamiento armado” al que definen como “Resistencia Cristera”. Y en la historia queda claro que, el levantamiento armado fue contra las fuerzas militares del gobierno callista pero también contra los simpatizantes de la Revolución, contra maestros, profesionistas, funcionarios civiles y demás personajes públicos a los que se les consideró como “herejes” y “comunistas”. La guerra fratricida cobró más de 200 mil muertes de mexicanos de un bando, del otro bando y de gente sin bando; y aunque la mayoría de los obispos de entonces se distanció del levantamiento armado y evitó azuzar a los fieles con soflamas políticas, no se puede negar que hubo también casos concretos de enardecimiento místico-religioso en el espacio político que instigaron a la reacción bélica como “causa sagrada”.
Frente al 2026, los obispos de hoy dicen querer “honrar la memoria de los más de 200 mil mártires que entregaron su vida defendiendo su fe” y llaman a homenajear “con un compromiso renovado” al “México heroico de los cristeros que dieron su vida por una causa sagrada… y que escribieron una página luminosa en la historia de la Iglesia”.
El episcopado mexicano del siglo XXI pide que no se haga una mera conmemoración nostálgica de la Guerra Cristera porque, según dicen: “nuestros mártires nos preguntan hoy: ¿Estamos dispuestos a defender nuestra fe con la misma radicalidad?” Y por eso piden a los creyentes actuales honrar esa memoria a través de un examen de conciencia sobre el siguiente criterio: “Cuando el Estado totalitario intentó imponer su dominio absoluto sobre las conciencias, nuestros mártires comprendieron [que] morir gritando ¡Viva Cristo Rey! Era afirmar que ningún poder humano puede reclamar la soberanía absoluta sobre la persona y la conciencia… Era decir con la vida lo que proclamaban con los labios: Cristo es Rey, no el Estado opresor; Cristo es Rey, no el dictador en turno que se envuelve en su soberbia”.
Existe el riesgo de que el mensaje del episcopado provoque lecturas ambiguas al no distanciar lo simbólico de lo histórico. Porque al redefinir lo “cruento del levantamiento armado” como "acontecimiento providencial" y rebautizar a uno de los más tristes periodos sangrientos y fratricidas de nuestra historia como “Resistencia” se antepone lo simbólico (providencial, resistencia) a lo histórico (conflicto, guerra, levantamiento armado). Y de esa forma, la frontera martirial no queda especificada: ¿Los cristeros fueron mártires por morir a consecuencia de odio a su fe o por "morir en una causa sagrada de libertad frente al Estado opresor y el dictador en turno que se envuelve en su soberbia"? La primera es una frontera espiritual, la segunda es una frontera política.
No hay que dejar de mencionar que el texto también habla de un “Estado opresor” y un “dictador” como conceptos políticos ajenos al ámbito espiritual; y por supuesto, esas expresiones dan elementos para la manipulación política y a que alguna trasnochada reivindicación de la violencia cristera use las palabras de los obispos como justificación a su polarizada obsesión política.
Personalmente, pregunté al presidente del episcopado si la Iglesia católica reivindicaba al levantamiento armado; a lo que respondió: “Sería una contradicción si nosotros quisiéramos reivindicar la lucha, puesto que una de las principales razones de nuestra pastoral y como ejes fundamentales de ella es la búsqueda de paz”.
El presidente Ramón Castro tiene razón: sería una contradicción. Porque no es cosa menor hacer memoria de los mártires mexicanos, ya que no se puede minimizar su carácter espiritual y teológico en medio de la historia. El martirio no se reduce a una opción política o a una resistencia social activa frente al poder: es participar de la Pasión de Cristo, testimoniando la Gracia y la Verdad, como un acto de fortaleza, paciencia y caridad; sobre todo caridad.
Director de VCNoticias.com
@monroyfelipe
