Libros de ayer y hoy
Naranjas en la tragedia y los poetas
En medio de su desgracia, es triste que, además, los habitantes cercanos al río Tuxpan, en Veracruz, no tengan ni siquiera el consuelo del idílico olor de los azahares. No es superfluo decirlo, porque los naranjales son esos árboles prodigiosos que compensan todo en la vida del vegetal: su presencia, su belleza, el olor de sus flores y aquello que sorprendió a centenares de pueblos en el pasado: la naranja. Ahora, con el impacto climático, aparte de tantas vidas, se perdió lo equivalente en pueblos productores, el 80 por ciento del fruto fabuloso, parte importante de Veracruz, que convierte a México en el quinto productor mundial de cítricos. De acuerdo a datos publicados, solo en 2023, un pueblo, Álamo Temapache, cultivó 43 mil 900 hectáreas con el resultado de 700 mil toneladas de naranjas. Aun en este momento, con pueblos que han perdido el total de sus hectáreas sembradas, hay una pequeña esperanza y la cifran en el apoyo oficial. La naranja es la vida para ellos. Parece asombroso y también el poeta se sorprendería en sus versos. Diría el chileno Pablo Neruda:
A semejanza tuya,
a tu imagen,
naranja,
se hizo el mundo,
rodeado el sol, rodeado
por cáscaras de fuego.
SURGIÓ HACE MÁS DE 4 MIL AÑOS EN EL SUDESTE ASIÁTICO Y MARAVILLÓ AL MUNDO
La naranja es china y un poco hindú. En esos pueblos ya se daban el gusto de tomar jugos mañaneros en tanto los conquistadores siempre tratando de robar maravillas, pasaban por esos sitios y se las llevaban, vía Portugal a Europa. Estos como era natural, las trajeron de España. Los nativos tenían otros tipos de frutas que les daban ricos jugos pero la naranja se convirtió en un personaje vegetal con amplia difusión. Desde entonces se supo que en realidad ese fruto dulce no es precisamente original. Es un híbrido de la mandarina y el pomelo y en estado primario es ácida. Ese ejemplo lo tenemos en muchas plantas de naranja con las que solemos toparnos. El injerto fue el mecanismo que se usó para convertir el rico fruto en dulce. Ese placer lo disfrutaba desde niño el poeta mexicano Jaime Torres Bodet:
Naranjitas de China,
naranjitas doradas,
que caían maduras
al corral de mi casa.
De una casa vecina,
rodando por las tapias.
LOS POETAS TOMARON LA NARANJA NO SOLO PARA BEBER SU JUGO
Mientras la presencia de la naranja crecía, México con sus grandes terrenos fértiles se iba llenando de naranjales. En un tiempo y aún ahora, Montemorelos el lindo pueblo de Nuevo León que tiene como gran personaje a José María Morelos y Pavón, elevado en un cerro, ha sido famoso por sus naranjas. Actualmente contribuyen a la presencia mundial de México con sus naranjas, aparte de Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí, Oaxaca, Nuevo León, Yucatán, Tabasco, Chiapas y Colima. Muchos poetas han tomado de diversas formas, la metáfora de la naranja: “Tu eres la cesta de naranjas y yo soy el cuchillo del sol” decía el Nobel Octavio Paz en su poema Movimiento. Y Federico García Lorca, asombrado siempre ante las inquietudes de la gente que lo rodeaba, solía decir:
La Lola
bajo el naranjo, lava
pañales de algodón.
Tiene los ojos verdes
y violeta la voz
¡Ay amor,
bajo el naranjo en flor!
LA NARANJA BELLOS RECUERDOS, PERO TAMBIÉN TRISTEZA
Quizá en este momento muchos niños veracruzanos añoraran el árbol, desde el que se desprendía su fruto favorito. Quizá algunos lo vieron crecer. Así lo vi yo en mi infancia enfrente de mi casa, donde estaban sembrados árboles de naranjas, en el Valle del Yaqui, Yo era la única niña que sola caminaba detrás del que llamaban el científico, un señor muy serio y respetuoso, que había llegado de la ciudad a injertar los árboles en pleno crecimiento, de naranjales. Durante muchas horas lo veía bajar con un cuchillo, parte del tronco de mas arriba e injertar algo, ese algo que convertía al arbolito en naranjal dulce. Nunca lo olvidé y cuando años después solía ir todos los días -vivía al dar vuelta-, a contemplar los naranjales del parquesito de enfrente de la UNISON, en Hermosillo, cortaba algunas naranjas totalmente agrias. Eran la diferencia con aquellas que crecieron en el campo del Yaqui y las que se yerguen, airosas, pero ácidas, también frente al museo universitario. Hay una sensación contradictoria. Y lo supongo parecido a lo que le ocurría al poeta Salvador Novo:
Hay todas las redondas naranjas
en tu beso de angustia.
Sacrificado al borde de un huerto
en que la vida,
se suspendió por todos los siglos de la mía.
