Libros de ayer y hoy

Hidalgo, mujeres y una iglesia que se evade
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx
Indudablemente, en la cumbre de nuestra Independencia, siempre está el cura Miguel Hidalgo. Pero en ese recuento que hacemos cada año los periodistas en muchos medios, se oculta la presencia de mujeres aunque de refilón se menciona a las grandes doña Josefa Ortíz de Domínguez y a doña Leona Vicario que indudablemente debido a sus grandes luchas, sufrieron los rigores de la represión. Y después de ser encarceladas y sobajadas vivieron otros años. En marzo de 1831 se publicó una carta de doña Leona dirigida con mucha energía al intelectual Lucas Alamán, quien en su momento fue acusado de haber estado dentro de la organización del crimen de Vicente Guerrero. En la carta que ha sido muchas veces publicada, la destacada heroína le repite con una escritura muy fina, que los hombres siempre consideran que las mujeres actúan heroicamente por cuestiones amorosas y así reducen toda la trayectoria femenina. Pero es sabido que la lucha de la señora Vicario no solo se concentró en participación sino en el apoyo económico y en su interés por la Independencia de su Patria. Por otro lado, se han mencionado casos que no suelen destacarse, de las muchas mujeres que desde sus entornos dieron una lucha centrada y permanente a la Independencia. Mujeres sencillas, maestras, enfermeras, mujeres trabajadoras que estuvieron al pendiente de apoyar a los independentistas, de muchas maneras. Y que es una lucha que se debe recalcar, porque en ese caso fueron mujeres a las que no les importó hacer pública su participación. Y en relación a esta fecha tan fundamental y sus efectos, recalco también datos que no se deben olvidar, el asesinato del gran cura y una carga eclesial que no saben donde poner. Yo fui testigo en un caso y lo repito.
El ASESINATO DEL PADRE HIDALGO Y EL SILENCIO DE LOS CREYENTES
Pese a que en México la mayoría son católicos, la controvertida excomunión del cura Miguel Hidalgo y Costilla les ha valido. El es el padre de nuestra Patria y punto. En los años ochenta del siglo pasado la iglesia católica decidió perdonar al cura en momentos históricos en los que le convenía estar bien con el Estado. Ernesto Corripio Ahumada, entonces arzobispo de la Ciudad de México, encabezó la marcha a Dolores Hidalgo, Guanajuato, para llevar a cabo la encomienda jerárquica, acompañado por muchos de sus adláteres. Muy poco autocrítica, a esa iglesia no se le ocurrió que la que necesitaba ser perdonaba era ella, como creadora de la terrible Inquisición que llevó a la muerte al libertador y a miles de mexicanos. Mecanismo que por cierto nunca ha sido materia de reconsideración, mucho menos de solicitud de perdón a México por todos los crímenes que cometió. En los datos históricos del ajusticiamiento de Hidalgo, se destaca que después de su confesión, antes de ser fusilado, el cura Juan José Baca le dio el perdón y lo dejó libre de excomunión previa degradación. Paradójicamente se habla de que el obispo en trámite de Michoacán Manuel Abad y Queipo lo excomulgó basándose en viejas acusaciones por sedición, sisma y herejía. Dicha excomunión, señalaba el sector menos conservador de esa iglesia, no era válida porque el obispo excomulgante no tenía el puesto formal. Pese a ello, en 2007 la institución religiosa anunció que estaba estudiando a fondo la situación para invalidar la excomunión del sacerdote rebelde, partiendo del controvertido acto de Abad y en 2010 cuando se cumplieron los dos siglos de nuestra Independencia se declaró oficialmente inválida la tal excomunión, por considerar que el obispo Abad no tenía el puesto firme. O sea, que para muchos el cura no estaba excomulgado porque no se siguieron los trámites formales. Todo un merequetengue y una contradicción de la iglesia católica para tratar de paliar sus crímenes.
FUE UN CRIMEN POLÍTICO, COMO POLÍTICA HA SIDO ELIMINAR LA EXCOMUNIÓN
Cuando Corripio Ahumada intentaba en 1985, poner en marcha la encomienda de perdón, yo me fui tres días antes a Dolores Hidalgo y escribí de todo en torno al asunto en el Unomásuno que me había enviado. Hasta con la campana me metí, aunque la que está en Dolores no es la original. En el centro de la ciudad había una tienda de yogur natural cuyas dueñas que tenían un aire familiar, eran conocidas como las bisnietas o tataranietas de Hidalgo por amores que éste había tenido en San Felipe Torres Mochas, Guanajuato. Les hice entrevistas y me contaron la historia que circulaba a lo largo de décadas en su familia, de los amores de su ancestro el libertador. Cuando llegó el resto de la que se consideraba prensa nacional, todo estaba dicho y publicado. Ese mismo día arribó, muy acompañado, el señor arzobispo y un gentío creyente, en medio de calles que todavía resumaban un aire pueblerino, fue a recibirlo a la entrada. Corripio iba al frente de la procesión motorizada con el aspecto de un Abad y Queipo que muy generoso llegaba en plan de perdón. El cura de Dolores, un intelectual, un rebelde, un hombre que sabía cual iba a ser su destino pero avizoraba una nueva patria, se hubiera reído.
LA DEFENESTRACIÓN VIENE A VECES CON LO ESCRITO: LIBROS QUE NO PASARON
A lo largo de nuestra historia la lucha del conservadurismo y de los opositores, ha tenido la intención de transformar los hechos. La historia es traidora la escriben los vencedores, han dicho, y quizá en algunos acontecimientos, pocos, pueden tener algo de verdad. Pero ante situaciones incontrovertibles en donde la propia historia se afianza con datos y acontecimientos señeros, no han podido penetrar con su descrédito. Se ha escrito contra Hidalgo, Morelos Benito Juárez, Villa, Cárdenas y los personajes que los acompañaron y redondearon y acicalaron sus figuras y no han podido contra ellas. Aún recientemente han salido libritos contra Juárez, contra los héroes de la independencia, contra los Niños Héroes y otros, en los que tratan de insertar maniobras de traición, debilidad o impericia. Pero las historias pasan y sus libros son sepultados.