Genio y figura
La incongruencia de Machado
Seguramente que en esta ocasión serán muchos los lectores que estén en desacuerdo conmigo, sobre todo porque María Corina Machado es, sin lugar a dudas, el personaje del momento, toda vez que fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025, algo que yo mismo celebré en una de mis columnas anteriores, pero creo que en esta vida nada, ni nadie, es completamente blanco ni completamente negro, sino que nos movemos en una escala de grises todo el tiempo.
Sin embargo, para mí la congruencia es clave en la vida y una declaración de María Corina Machado bastó para que, al menos a mí, me hiciera revalorar sí es, realmente, merecedora del reconocimiento que hoy se le celebra en todo el mundo. Y me refiero a su señalamiento de que era correcto lo que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, estaba haciendo al ordenar bombardear lanchas procedentes de Venezuela, en aguas internacionales, por, supuestamente, transportar drogas, convirtiéndose las fuerzas armadas norteamericanas en jueces y verdugos, al mismo tiempo, porque incluso, y eso está documentado, lejos de rescatar sobrevivientes y procesarlos penalmente por narcotráfico, en todo caso, han llegado a rematar a quienes sobreviven al ataque inicial.
Considero que nadie que pueda ostentar el Premio Nobel de la Paz puede aprobar esa barbarie, sin demeritar muchas otras cualidades de María Corina que la hacen no sólo una gran líder, sino también la figura clave para lograr un eventual derrocamiento de la dictadura de Maduro y, por lógica, quien llegue a ocupar el cargo de mandataria de esa nación; pero sí avala la violación flagrante a los derechos humanos que constituye la ofensiva despiadada del Tío Sam contra quienes delinquen, y que muchas veces lo hacen bajo amenazas y contras su voluntad, entonces no puede llamarse pacifista.
Y cito algunos ejemplos de grandes líderes que lograron cambios sociales trascendentales privilegiando siempre la paz como Mahatma Gandhi, quien liberó a la India del dominio inglés con una revolución pacífica, sin agresiones, sin violencia o a Nelson Mandela que acabó con el apartheid que dividía y segregaba a la sociedad sudafricana, dependiendo de su color de piel, en base a la reconciliación y sin guardar rencor contra el régimen que lo mantuvo preso por 27 años.
Ojo, no estoy defendiendo en estas líneas, de ninguna manera, al dictador Nicolás Maduro, quien tiene sumido al pueblo de Venezuela en una miseria inconcebible para la riqueza natural y de recursos que tiene ese país, donde hace mucho perdieron lo poco que les quedaba de democracia y, por supuesto, que no estoy poniéndome tampoco del lado de los narcotraficantes que llenan las calles de todo el mundo con veneno que acaba con los sueños de millones de jóvenes.
Tampoco estoy pidiendo que María Corina Machado sea una santa, ya bastante es ser la principal líder opositora de un gobierno represor que busca acabar con quienes no piensan igual que ellos, pero insisto en que debe de ser congruente y exigir que se respete toda forma de vida, condenando, al mismo tiempo, cualquier tipo de violencia.
Cierro esta entrega haciendo una sencilla reflexión: si el coordinador del operativo especial para sacar a Machado de Venezuela, a bordo de una lancha, con rumbo a Curazao y con destino final en Oslo, Noruega, no hubiera tenido contacto con el gobierno de los Estados Unidos, la propia María Corina pudo haber sido víctima de uno de estos bombardeos del ejército estadounidense, al confundirlos con traficantes de drogas.
La pregunta que queda en el aire es: ¿Cuántos venezolanos inocentes pueden haber sido ya asesinados de esta forma, quedando sus cuerpos destrozados en medio del océano, sin identificar, en el olvido?


