Preserva Casa Amadeo legado musical latino desde su tienda en el Bronx

BRONX, Nueva York, EU, 5 de septiembre de 2025.- En el corazón del Bronx se levanta un espacio que trasciende su función de tienda de discos, pues es un verdadero santuario de la memoria musical latina.
Casa Amadeo, declarada oficialmente Patrimonio Histórico Nacional en 2001, permanece como testimonio vivo de una época en la que los boleros, las guarachas y las primeras fusiones de salsa llenaban de ritmo cada rincón de Nueva York. Su dueño llamado Miguel Ángel Amadeo Madero, pero a quien le gusta que lo llamen Mike, ha dedicado su vida entera a la música y a honrar su cultura.
Hoy a sus 91 años, con una memoria prodigiosa, no solo resguarda grabaciones y vinilos, sino también décadas de historia artística y comunitaria que siguen inspirando a nuevas generaciones.
Al entrar a Casa Amadeo, el tiempo parece detenerse, es devolverse a los años 50 en donde cientos de vinilos, CDs, fotos y recuerdos tapizan las paredes de la tienda.

Cada portada cuenta una historia, cada estante guarda una parte del alma latina que floreció en la ciudad durante el siglo 20 y que Mike recuerda con emoción cuando inicio en la música en los años 50 cuando con una guitarra llegó a Nueva York buscando mejores oportunidades para grabar sus canciones. Ese encuentro lo llevó a trabajar con Al Santiago, fundador de Casa Alegre y del sello Alegre Records, donde comenzó una carrera que cambiaría para siempre el panorama musical latino en Estados Unidos.
“La cosa con esta tienda es, lo primero, que es la más vieja en el estado de Nueva York, yo diría. La dueña antes era Victoria Hernández, hermana de Rafael Hernández, uno de los mejores compositores que ha dado Latinoamérica, y gracias a Dios tuve la dicha de contarlo entre mis amigos. Yo le compré esta tienda en 1969, se llamaba Casa Hernández, y le puse Casa Amadeo Antigua Casa Hernández, para que el nombre de don Rafael siguiera vivo. Mientras yo viva, él seguirá siendo el mejor compositor que ha dado Puerto Rico y muchos dicen que Latinoamérica”, cuenta Mike, con una mezcla de orgullo y gratitud que se refleja en cada palabra.
Desde muy joven, Amadeo mostró un talento natural para la composición, a sus 14 años ya escribía canciones y a los 25 tenía alrededor de 60 temas grabados. Él dice que su amor por la música lo llevó a trabajar en compañías discográficas del mercado anglo, como ABC Paramount, junto a artistas como Ray Charles, pero pronto entendió que su verdadera pasión estaba en promover la música latina por lo que fue allí que se convirtió en el arquitecto sonoro de una generación de artistas que marcaron época, entre ellos Johnny Pacheco, Charlie Palmieri, Joe Quijano y Orlando Marín.
“Cuando regresé de Alemania, fui directo donde Al Santiago con un trío nuevo. Grabamos cuatro canciones, y ese mismo día me dijo que por qué no trabajaba con el que necesitaba una persona con mi cabeza. Tenía 25 años y ya había acumulado mucha experiencia, así que acepté. Dejé mi trabajo en ABC Paramount, hablé con mi esposa y en pocos días estaba detrás del mostrador en Casa Alegre. Fue ahí donde nació la idea de formar Las Estrellas Alegre, una agrupación que reunió a los mejores músicos latinos de la ciudad y que dejó una huella imborrable en la historia de nuestra música”, confesó Amadeo.

Casa Amadeo no es solo una tienda en la que se venden discos e instrumentos, sino que también es un archivo viviente, pues todas sus estanterías guardan discos que ya no se producen, grabaciones que desaparecieron cuando cerraron los sellos independientes y piezas únicas que cuentan la historia de la diáspora latina en Nueva York. Para Amadeo, cada vinilo es una joya irremplazable.
“Aquí hay música que ya no vuelve. A medida que se va vendiendo, se acaba, y muchas de esas compañías que grabaron estas joyas desaparecieron hace años. Cada disco que tengo aquí es un pedazo de historia, una memoria que no se puede reproducir ni reemplazar. Por eso este lugar no ha sido solo un negocio, ha sido mi misión de vida, mi manera de preservar nuestra cultura y de honrar a los artistas que construyeron el sonido de nuestro pueblo. Cada vez que alguien entra por esa puerta y encuentra una canción que le recuerda a su infancia, a su tierra o a su familia, siento que todo este esfuerzo valió la pena”, explica.
Nacido en Bayamón, Puerto Rico, el 8 de mayo de 1934, Amadeo vivió en carne propia el auge de la música latina en Nueva York. Su nombre aparece ligado al nacimiento del movimiento salsero y al desarrollo de una escena cultural que dio visibilidad a artistas latinos en una época donde abrirse paso no era fácil.
Su tienda, además, se convirtió en punto de encuentro para músicos, coleccionistas y amantes de la música que buscaban no solo discos, sino conexión con sus raíces. Hoy, a sus más de nueve décadas, Amadeo sigue atendiendo personalmente Casa Amadeo.
Recuerda los nombres, las canciones, los artistas, y con su memoria intacta narra anécdotas de una época gloriosa.

“Si yo no hubiera tenido pasión por esto, no estaría aquí en esta esquina todavía. Desde que llegué en 1959 a trabajar en el Bronx, supe que mi misión era esta: rescatar nuestra música, dar oportunidad a nuevos talentos y dejar una huella. Casa Amadeo es mi vida y mientras pueda caminar, este lugar seguirá siendo el corazón musical de nuestra gente”, afirma, mientras organiza sus discos.
Casa Amadeo sigue en pie como un faro cultural en el sur del Bronx, visitado por turistas, que buscan entender la historia de la música latina. Amadeo, con su humildad y sabiduría, demuestra que los verdaderos guardianes de la cultura no solo conservan discos, también preservan la memoria de todo un pueblo. Su legado, al igual que los vinilos que atesora, es eterno pues la calle en la que se encuentra su tienda también tiene su nombre.