Construye expolicía en Princeton una granja que une tradición y comunidad
PRINCETON, Nueva Jersey, EU, 26 de octubre de 2025.- A las afueras de Princeton, entre las granjas que representan al Estado Jardín, se encuentra Carroll’s Christmas Tree Farm & Carroll’s Pumpkins, un lugar donde las familias encuentran diversión, entretenimiento y vida en comunidad.
Lo que comenzó como el sueño de un policía retirado se ha convertido en una tradición para los residentes de esta localidad.
“Llevamos 31 años dedicados a los árboles de Navidad y cinco con la temporada de otoño y calabazas", cuenta Sean Carroll, dueño y fundador de la granja.
A pocos metros de su establo principal, un laberinto hecho de heno se convierte en el pasatiempo favorito de los más pequeños, mientras el resto de los visitantes disfrutan de las diferentes variedades de calabazas que expone.

La inspiración vino de Lambertville, donde Sean pasó su infancia.
“Crecí en una granja de árboles de Navidad. Mis padres la tenían como inversión, y de ahí me nació la pasión”, recuerda. “Cuando la vendieron y fui a la universidad, supe que algún día tendría la mía”.
Ese deseo lo acompañó hasta Princeton, donde luego de jubilarse como oficial de policía, encontró el terreno perfecto para empezar de nuevo. Tres décadas después, su granja no solo ofrece árboles de Navidad, pues es uno de los principales vendedores de arboles de navidad en el estado, sino también un refugio otoñal lleno de color, aroma y vida comunitaria.
“El otoño va muy bien, el clima fresco ayuda”, dice mientras acomoda una hilera de calabazas recién cosechadas. “En septiembre todavía hace calor y la gente no está en el ánimo de la temporada. Pero cuando llega octubre, todo cambia. Empiezan a decorar, a venir en familia, a disfrutar del espíritu otoñal”.

El arte de elegir la calabaza perfecta
El campo de Carroll’s Pumpkins se ha convertido en el escenario favorito para las fotos familiares. Las calabazas, alineadas como si esperaran su turno, parecen competir por atraer miradas.
Sean las selecciona personalmente. Cada año busca variedades nuevas y exóticas, de formas curiosas y colores poco comunes.
“Me gusta traer tipos diferentes cada temporada, para que las familias encuentren algo especial. Algunas son perfectas para tallar, otras para decorar o cocinar. Lo importante es que cada una tenga su encanto”, explica.

Para él, incluso los tallos cuentan una historia. “Cada tallo tiene una personalidad diferente. Me gusta ver cómo la gente recorre el campo, levanta una calabaza, la mira por todos lados y al final dice: esta es.”
El secreto para elegir la ideal, asegura, está precisamente en los detalles del tallo. “Debe estar firme. Si se cae o se oscurece, es mejor dejarla pasar. Y no la talles hasta unos días antes de Halloween; si lo haces muy temprano, la lluvia y el aire la harán enmohecer.”
Además de cultivar árboles de navidad, su principal actividad, y calabazas, Carroll dedica buena parte del otoño e invierno a elaborar coronas decorativas para ambas temporadas. Usa ramas frescas, piñas, hojas secas y cintas que él mismo selecciona.
“Me gusta hacerlas con mis propias manos”, comenta mientras trenza un círculo de hierro con hojas de maíz pequeñas convirtiéndolo en una corona decorativa de otoño.

Un refugio con espíritu navideño
A la entrada de la granja hay una estructura que parece una bodega abandonada, pero que en realidad es el rincón más encantador del lugar. Dentro, Carroll ha construido una chimenea de ladrillo y un enorme árbol de Navidad que ilumina el espacio.Durante la temporada pasada, un Papá Noel se instaló allí para recibir a los niños y escuchar sus deseos. Aún se conserva un saco lleno de cartas a Santa.

“Me gusta que este espacio se sienta cálido y familiar”, comenta Carroll.
Y concluye, "no quiero que sea solo un negocio, sino un lugar donde la gente se sienta bienvenida, segura y parte de la comunidad. Que mis clientes sean mis amigos: los amigos de mis amigos, los compañeros de mis hijos, los vecinos. Eso es lo que le da sentido a todo esto".
