Miscelánea, salud y política

Visita a Japón, una potencia resiliente
No insistas en el pasado, no sueñes en el futuro, concentra tu mente en el momento presente: Buda
Un grupo de turistas mexicanos viajó a Japón el pasado mes de septiembre para conocer esta nación admirable y con suerte entender por qué de cada desafío histórico, natural o bélico, ha salido fortalecida.
Logró modernizarse durante la "Restauración Meiji" en el siglo XIX y el "Milagro Japonés" le permitió resurgir de la derrota en la Segunda Guerra Mundial. Han pasado 80 de la rendición del emperador Hirohito y Japón luce recuperado y en ascenso, es una nación respetada.
El mundo se pregunta ¿Cuál es la filosofía que guía a los japoneses? Para no escarbar en su pasado imperial, en el siglo XX se enfrentó a los infortunios de haber padecido terremotos y derrotas con potencias extranjeras que le provocaron destrucción y muerte, pero de ello resurgió como una de las potencias mundiales más modernas y prósperas.
En un mundo emproblemado por la corrupción y decadencia, destaca la identidad del pueblo japonés caracterizada por un profundo sentido de orgullo nacional y la responsabilidad compartida, apego a las tradiciones, búsqueda de la armonía y la cohesión grupal, respeto por los valores de honestidad, limpieza, puntualidad, así como por la calidad y eficiencia en lo que hacen y producen.
Para sus críticos sus principales cualidades, la disciplina y racionalidad, son también sus defectos, pero hasta esa rigidez sede cuando se trata de innovar en el arte o la moda, la música pop, las tiras cómicas –mangas—o el anime (la animación), productos que dan muestra de su versatilidad y resiliencia.
La población de Japón es de aproximadamente 123 millones de personas, lo que lo sitúa en el 11 lugar en el ranking mundial demográfico. Su gobierno es una monarquía constitucional con democracia parlamentaria, la dieta o congreso se integra por dos cámaras legislativas y es el órgano más alto del estado.
El viaje: CDMX-Tokio
Salimos de la ciudad de México el 15 de septiembre vía Aeroméxico, a las 22 horas, con escala en Monterrey, Nuevo León, rumbo al aeropuerto de Narita, Japón, la fecha del Grito de lndependencia, extrañamente ignorada por la línea aérea gubernamental que no hizo alusión alguna a la festividad patria.
Se llegó al aeropuerto de Tokio a las 6:15 horas, el 17 de septiembre, luego de 18 horas de travesía, incluida la escala y el ajuste de horarios entre países de continentes distantes.
Un guía turco, de nombre Murat, con escaso dominio del español y menos aún de la cultura japonesa, nos recibió en el aeropuerto y de inmediato nos encaminó a una zona céntrica de Tokio, capital de "el país del Sol Naciente".
Día 1. Visita al Templo Senso Ji
Arrancó el periplo en la capital japonesa: Visitamos la Puerta Kaminarimon, entrada principal al templo budista Senso-ji,el más antiguo de Japón, dedicado a la diosa de la compasión Kannon. Las dos puertas al santuario son custodiadas por deidades y hasta réplicas de luchadores de sumo.
Un enorme farolillo rojo se encuentra a la entrada del templo más antiguo de Tokio y junto se ubica el camino al santuario sintoísta de Asakusa, ratificamos desde nuestras primeras impresiones el sincretismo religioso. Ambos sitios tienen en forma contigua a la calle Nakamise-dori, un pintoresco corredor comercial especializado en souvenirs.
Según la leyenda, la estatua del Kannon se encotró en el río Sumida por dos pescadores (los hermanos Hinokuma Hamanari y Hinokuma Takenari), el jefe de la aldea, Hajino Nakamoto, reconoció la santidad de la estatua y la comenzó a venerar. El santuario Asakusa es sintoísta y está dedicado a quienes hallaron la estatua.
El shogun Tokugawa Leyasu designó a Senso-ji como un templo tutelar del shogunato familiar y así se mantuvo hasta que el templo fue bombardeado y destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Su reconstrucción se considera un símbolo de la paz y renacimiento del pueblo japonés.
El cruce peatonal Shibuya
Por la tarde estábamos en el cruce peatonal de Shibuya, un referente mundial de simbiosis energética provocada por una multitud de transeúntes que cada 1:20 minutos –duración del semáforo-- convergen en este punto de alta afluencia en la capital japonesa.
Símbolo adoptado por la cultura pop de cómo fluye la vida en la cosmópolis Tokiota, la ciudad más poblada del planeta, con 40 millones de habitantes.
Frente a este icónico punto se encuentra la estación ferroviaria Shibuya, una de las estaciones de tren más importantes de Tokio, y es un nodo crucial para seis líneas de tren diferentes.
La comida fue de elección libre, así que --tres amigas y quien escribe-- comimos en un excelente restaurante italiano-asiático llamado De Salita y luego, ya en grupo visitamos la estatua de Hachiko, el célebre perro japonés akita cuya historia real fue llevada al cine en una película protagonizada por Richard Gere, sobre la lealtad perruna más allá de la muerte, intitulada: Siempre a tu lado, Hachiko.
Se concluyó el día en la zona de Omotesando, la versión toquiota de los Campos Elíseos en París o de Polanco en México, rodeada de boutiques de marcas exclusivas de alta moda.
La novedad en la zona comercial es una tienda dedicada a Harry Potter, inspirada en el Bosque Prohibido, donde se ofertan artículos de la saga escrita por J. K. Rowlin, como reproducciones mecánicas del búho nival llamado Edwin.
Día 2 El Monte Fuji, icono sagrado
El recorrido realizado en autobús partiendo de Tokio fue de tres horas para llegar a la zona de los ocho estanques de Oshino Hakkai, zona arbolada, cabañas con tejados de paja, molinos de agua y puentes decorativos.
Visitamos el Monte Fuji, considerado un volcán activo, aunque ha permanecido en erupción desde 1707. Hacerlo a finales del mes de septiembre tuvo excelentes resultados. De disponer de más tiempo hubiera sido magnífico un baño con aguas termales y gozar de la vista de los balnearios.
Día soleado, fresco y despejado, pleno para disfrutar de la vista del símbolo icónico de Japón, el monte de 3,776 metros de altura, al que el pueblo nipón le concede importancia espiritual y cultural, declarado patrimonio de la humanidad en 2013.
Se terminó el día en Gotemba un outlet premiun con ofertas de marcas internacionales y locales. Moda y diseño son de vanguardia y su calidad es excelente, con precios similares a los del mercado mexicano.
Día 3. El barrio Ueno de Tokio
Mientras la agencia de viajes ofertó para este día un tour de ida y vuelta a Nikko al que la mayoría del grupo (36 de 40) se unió, tres amigas y yo decidimos quedarnos en el hotel Candeo Ueno Coen y explorar los atractivos de la zona. Sólo a unos metros, cruzando la vía del tren, localizamos el Parque Ueno y muchos atractivos.
Nos tocó presenciar la instalación de stands de la "Festival de Medio Otoño Ueno del Panda 2025", un evento anual para conmemorar la normalización de relaciones diplomáticas entre China y Japón (septiembre de 1972). Por ese motivo el Parque Ueno recibió de la compañía china Kuizhou Moutai, su licor tradicional y un par de pandas gigantes: Lang Lang y Kang Kang.
Nos enteramos después, lástima, que es muy recomendable visitar el zoológico de Ueno en la capital tokiota porque desde entonces ahí viven pandas gigantes. Actualmente alberga a los jóvenes Lei Lei (hembra) y Xiao Xiao (macho), nacidos en 2021.
La oferta museográfica de Ueno es variada: el Museo Nacional de Tokio, fundado en 1872, es el más antiguo y más grande de Japón, posee una extensa colección de objetos de valor arqueológico y artístico de varias eras de la historia japonesa y asiática. Es un lugar ideal para familiarizarse con la historia y cultura del país en donde los adultos mayores de 70 años pasan gratis, sin hacer fila.
En los jardines del parque nos encontramos una estatua del doctor Hideyo Noguchi (1876-1928), nacido en Fukushima fue el bacteriólogo que descubrió el virus causante de la fiebre amarilla. Su legado a la humanidad no pudo evitar que muriera a causa de esa enfermedad.
Durante sus estudios auspiciados por la Universidad de Pensilvania y el Instituto Rockefeller de Investigación Médica, Noguchi visitó Mérida, Yucatán, donde avanzó en su investigación. En el parque también se encuentra una réplica gigante de El Pensador, de Auguste Rodin.
En Ueno hay un lago, el Shinobazunoike -que por ser otoño se encontraba lleno de flores de loto- ubicado en el centro del templo Bentendo dedicado a la diosa de la prosperidad, Benzaiten, venerada tanto en el budismo como en el sintoísmo.
En la fachada del templo hay un 'gong' que se toca con una cuerda para que la diosa escuche las peticiones del visitante y un incensario inmenso para ofrendarla.
Mercado Ameyoco
Salimos del parque Ueno por la parte norte y nos encontramos con el mercado Ameyoko. Su nombre es una abreviatura de "Ameya Yokocho" (callejón de los dulces), y eso fue tradicionalmente, pero actualmente es una populosa y surtida zona comercial con alimentos frescos, frutas, verduras y pescado, también hay dulces, artículos de vestir, perfumes, bolsas y ropa tradicional. Cuenta con restaurantes, donde la especialidad es el pescado. Volvimos a comer comida italiana y cerveza japonesa a precio más económico.
Hay videos de youtubers que comparan este mercado con el deTepito de la CDMX. Se localiza entre las estaciones Okachimachi y Ueno de la línea circular del metro Yamanote.
Día 4. Osaka, centro económico y espacio liberador
Otro día que comenzó con un bien surtido desayuno japonés a base de frutas como pitahaya blanca, melón, ciruelas, caldos con ramen y huevo duro, omelets, salchichas, café, te, leche y panecillos dulces y salados.
Luego de desayunar, nos trasladarnos con maletas a bordo del tren bala Shinkansen, de Tokio al suroeste de Japón, a la ciudad de Osaka, uno de los centros económicos más importantes del Japón, con poco más de 19 millones de habitantes en su región metropolitana.
En poco más de dos horas recorrimos alrededor de 500 kilómetros. El tren bala es un formidable transporte que da ejemplo de cómo usar la tecnología avanzada para mejorar la calidad de vida de los habitantes y hacer más redituable el tiempo de los turistas extranjeros.
Osaka surgió inicialmente como un puerto regional clave durante el período Kofun (300-538 d. C.) y sirvió dos breves periodos como capital imperial (en 645 y 744 d.C.), antes de convertirse finalmente en una de las ciudades más grandes y culturalmente significativas de Japón.
Visitamos el castillo de Osaka en el corazón de la ciudad, construido en el siglo XVI. Es uno de los ejemplos más bellos de la arquitectura japonesa, además de ser un inmejorable mirador de esa bella ciudad. Nos conformamos con tomar una foto del recuerdo, pues el museo estaba cerrado.
Por la tarde nos condujeron a la zona de Shinsaibashi, antiguamente un distrito teatral y hoy se caracteriza por su atmósfera excéntrica con grandes letreros luminosos, un centro popular de vida nocturna y espacio liberador para el japonés bien portado, cuya educación le exige una conducta discreta de contención emocional permanente.
El espacio liberador abarca el canal Dotonbori, uno de los seis conductos formados por el río Ota. Ahí abordamos una embarcación para hacer un tour, centenas de turistas y lugareños en las márgenes del estrecho acueducto permanecían apostados afuera de los comercios y en los puentes, entre edificios adornados con gigantescos, fantasiosos y rutilantes anuncios publicitarios de neón.
En la travesía de alrededor de 30 minutos una joven animadora japonesa con voz aniñada, micrófono en mano levantaba el ánimo a los paseantes a quienes, en un inglés ininteligible, invitaba a imitarla con mímica de aplausos y saludos a los transeúntes (bye, bye decía, una y otra vez).
Siguiendo el juego, los de tierra firme contestaban el saludo agitando las manos o haciendo exageradas pantomimas, como un hombre en bata quien al paso de la embarcación en gesto teatral mostró la pierna desnuda para con los brazos en alto señalar un centro de diversión.
Después del paseo, caía la oscuridad vespertina, y sobresalían en Sinsaibashi, gigantescos anuncios de neón con representaciones ingeniosas de personajes, como un cangrejo rojo o el Glico-man que representa a un atleta con los brazos en señal de victoria, y muchos personajes o productos coloridos del imaginario japonés.
Probamos el platillo especialidad de la zona, el Takoyaki, un popular bocadillo callejero hecho a base de bolitas de harina de trigo rellenas de pulpo. Luego, en el restaurante Ajinoya, carne, ramen y papas junto con una cerveza japonesa clara.
Continuará…