Redefine IA generativa rol del traductor en la edición literaria

PRINCETON, Nueva Jersey, 30 de septiembre de 2025.- El arte de traducir, una práctica con más de cuatro años de historia, enfrenta hoy un desafío: la irrupción de la inteligencia artificial generativa. Lo que comenzó con tablillas acadías y sumerias en el año 2000 a. C., podría transformarse en una labor de edición, donde el traductor revisa y corrige lo que produce la máquina.
"Es difícil imaginar un escenario en el que la experiencia no resida en una persona que imagina un público. La experiencia consiste en conocer a la audiencia, a la cultura de origen y a la receptora", afirmó Russell Scott Valentino, profesor de la Universidad de Indiana.
Este fue el eje de la charla Juicio, IA Generativa y la Práctica de la Traducción, ofrecida este lunes en Princeton por el académico. Su objetivo fue formular principios que ayuden a los profesionales a mantener el rumbo y el equilibrio en un escenario de incertidumbre tecnológica.
Para ilustrar sus argumentos, Valentino ilustró el dilema con un ejemplo sencillo: traducir la palabra gordo en una novela. "Podemos elegir sinónimos como 'corpulento', 'rechoncho' o 'abundante'. Pero si la palabra aparece en la mirada de una niña hacia su padre, las connotaciones cambian radicalmente. Tal vez se trate de orgullo en un contexto del siglo 19, muy distinto al del siglo 20. Cuando se suman perspectivas de autor y personaje, la complejidad aumenta, y ahí es donde resulta difícil imaginar que una IA pueda manejar la situación", explicó.
No obstante, en la sala surgieron voces contrarias. Un asistente relató haber usado IA para traducir memorias literarias y obtener un resultado "mejor que el de un traductor". Valentino le preguntó: "¿Cómo supiste que era bueno?". El lector respondió: "lo comparé". Para el académico, ese es el punto: alguien tiene que mirar.

El futuro del arte milenario
La discusión derivó hacia el futuro de la profesión. A la pregunta realizada, ¿es probable que los traductores del mañana trabajen sobre borradores de IA?.
Valentino coincidió: "eso ya está sucediendo en algunos sectores. Incluso editoriales pequeñas comienzan a usar IA en traducciones literarias, pero siempre con un editor humano que supervisa y corrige".
El fenómeno no es aislado. Diversos estudios apuntan a que la revisión de traducción automática (MTPE, por sus siglas en inglés) se ha convertido en una práctica común en la industria de la traducción técnica, con impactos en la calidad del trabajo y en la remuneración. Mientras tanto, la literatura, por su carga cultural y estética, se mantiene como uno de los terrenos más difíciles para la sustitución total del traductor humano.
"Creo que lo que va a pasar es lo que ya vemos: mucho menos interés en aprender idiomas", advirtió el profesor, subrayando un riesgo colateral del uso indiscriminado de IA.
El riesgo, según el académico, no es solo profesional, sino cultural: si la IA se impone como intermediario, podría disminuir el interés por aprender lenguas y debilitar la sensibilidad intercultural. En ese panorama, el traductor no desaparecería, pero su papel se redefine: más que autor de la traducción, será garante de su fidelidad y pertinencia cultural.