Visibiliza madre el duelo por su hijo y el impacto del fentanilo

QUEENES, Nueva York, EU, 2 de septiembre de 2025.- La tragedia de un joven de 21 años que soñaba con ser rapero dio origen a una fundación que hoy ayuda a familias en medio de una crisis nacional de opioides. Mientras Nueva York celebra una reducción histórica en muertes por sobredosis, nuevas drogas como los nitazenes amenazan con revertir los avances.
Sebastián tenía 21 años cuando murió por una sobredosis de fentanilo el 21 de marzo de 2023. Según su madre Ana Zimbron, la dosis que consumió tenía potencia para matarlo a él y a tres personas más. Su adicción había sido corta, pero intensa, un camino que comenzó con curiosidad de un adolescente y derivó en una lucha familiar contra una epidemia que sigue cobrando vidas en todo Estados Unidos.
“Empezó más joven con la marihuana, ese es el primer paso para muchas cosas que pueden abrir las puertas si no sabemos qué vamos a poder controlar, y es un mundo desconocido que además sabemos que es bastante peligroso y fácil de volverse adictivo”, la madre de Sebastián.

La pandemia fue un punto de quiebre, tras graduarse de high school, Sebastián se refugió en la música y compuso más de 80 canciones de rap, sin embargo el ambiente artístico era pesado y al ser un joven sensible y disciplinado, enfrentó decepciones profundas con amigos cercanos que lo marcaron emocionalmente.
“La raíz fue no saber manejar las emociones, y fue la forma cómo encontró refugio. Las adicciones pueden tener muchos factores, por ejemplo la presión social, emocional, problemas familiares. El consumo empezó con medicamentos recetados para el dolor, sin que la familia supiera el potencial adictivo de esas drogas. Luego llegó el fentanilo, una sustancia 50 veces más potente que la morfina y la heroína, usada por traficantes para aumentar el efecto de otras drogas, ahí comenzó la pesadilla”, manifiesta entre lágrimas Ana quien además afirma que Sebastián quería salir de ese círculo.
“Él siempre iba a casa, pero empezó a verse muy ojeroso, ausente e irresponsable. Además comenzó con una enfermedad que le hizo perder la audición de manera repentina. En enero de 2022 ingresó a un centro de rehabilitación donde permaneció 45 días, luego otros tres meses. Tras recuperarse, intentó retomar la música, pero seis meses después recayó. En diciembre reconoció que seguía consumiendo; fue internado de nuevo en enero de 2023.
“Estaba ansioso porque debía quedarse tres meses. Aunque mejoró, no había señales visibles. Finalmente salió el 15 de febrero, se veía muy bien, había cambiado demasiado. Nadie imaginó lo que iba a pasar”, recuerda su madre.
Un nuevo objetivo
Tras su muerte, la familia fundó Spirit of Sebastián en mayo de 2023 para ayudar a otros jóvenes y padres, sobre todo por la falta de conocimiento que hay en temas con drogas que hoy se camuflan en nombres completamente desconocidos para otras generaciones y que hoy en día son la causa de cientos de muertes en el mundo.
“El desconocimiento de qué era el fentanilo nos llevó a crear la fundación. Si uno comparte el dolor, se hace más suave. Si no le cuentas al mundo lo que pasó, el dolor se queda adentro. Una señora me dijo que aunque Sebastián no estuviera, podíamos hacer algo a través de su historia, y eso nos inspiró”, relata Ana.
La fundación destina recursos a pagar tratamientos que pueden costar más de nueve mil dólares. También brinda apoyo emocional y lleva charlas a escuelas. Ana afirma que aunque no es una labor fácil, es una enfermedad muy dura para sobre llevar, pues apoyan a chicos que a las pocas semanas tristemente los encuentran muertos y recaen muy fácil.
“La rehabilitación no es solo desintoxicación física, trabajamos los 12 pasos, analizamos la vida, las cargas, los perdones. Hay que desintoxicar el alma y el espíritu, afirma Ana desde su experiencia con la fundación.
“Cuando caen muy bajo y se dan contra las paredes, solo entonces quieren salir. No es suficiente que lo hagan por sus padres o sus amigos. Es una lucha personal. Las redes sociales y la mentalidad de superhéroe hacen que muchos piensen que pueden controlarlo, pero la droga es la que te controla a ti”, expresó.

La madre de Sebastián indica que el cambio solo llega cuando la persona está lista. Su experiencia refleja también los retos de los padres en tiempos de hiperconectividad y en Estados Unidos según su experiencia, no se permiten los anexos, como en otros países, y cada centro maneja protocolos distintos.
“Hoy los jóvenes tienen más conocimiento que nosotros. Hay una presión enorme por modas, tendencias, retos virales. La mentalidad abierta lleva a normalizar conductas peligrosas. Si tienen seguro médico, parte del tratamiento está cubierto, pero muchos no tienen seguro o enfrentan deducibles de cuatro mil o cinco mil dólares. Spirit of Sebastián cubre tratamientos completos cuando es posible, pero dependemos de donaciones.
“En un mes el cuerpo se desintoxica, pero eso no basta hay que tratar lo emocional. Si alguien siente que va a caer, debe hablar y a las familias les digo que no dejen solos a sus hijos, no es con regaños, sino con conocimiento. Es más fácil prevenir que sacar a alguien de las drogas. Hay que hablar claro y acompañarlos”, finaliza Ana recordando a su hijo pero con la satisfacción de ayudar a otros chicos a salir de esta problemática.
En la ciudad de Nueva York por ejemplo, según datos de las autoridades, se registra una reducción histórica en muertes por sobredosis, las cifras preliminares de los CDC revelan que en 2024 las muertes bajaron un 32 por ciento especto a 2023. A nivel nacional, también hubo una caída del 24 por ciento, con 87 mil fallecimientos frente a los 114 mil en 2023.
La historia de Sebastián y la labor de su familia son un llamado urgente a la prevención, la educación y el acceso a tratamientos integrales. En medio de estadísticas y nuevos peligros, Spirit of Sebastián recuerda que, detrás de cada número, hay un rostro, un sueño y una familia que decidió transformar el dolor en esperanza.