Reabre el caso Amy Bradley debate sobre seguridad en cruceros turísticos

QUEENS, Nueva York, EU, 23 de julio de 2025.- La historia de Amy Lynn Bradley, una joven estadounidense, de 23 años, que desapareció en 1998 mientras viajaba en un crucero entre Aruba y Curazao con su familia, volvió a sacudir las redes y los medios, tras el reciente estreno de su documental en Netflix.
A pesar de las múltiples veces que aseguran algunos testigos en haberla visto en Barbados, su caso sigue sin resolverse, lo que reabre una gran pregunta y es: ¿Qué tan seguros son los cruceros y quién responde si algo sale mal dentro de ellos?
Para muchos, viajar en crucero es sinónimo de descanso, lujo y desconexión. Sin embargo, al momento de abordar uno de estos barcos los pasajeros aceptan condiciones muy estrictas que no siempre leen y conocen a fondo.
“El que se sube a un barco, se va a la deriva. Los pasajeros deben saber que, una vez están a bordo, las navieras tienen autonomía total sobre los cambios de itinerario, condiciones del viaje, desembarques, cancelaciones e incluso emergencias médicas”: indicó agente de viajes de Montatravel, Daniel Montagut, experto en viajes y cruceros internacionales.
Según las políticas de algunas compañías reconocidas, todo pasajero acepta por contrato que las rutas pueden ser alteradas sin previo aviso por condiciones climáticas o decisiones logísticas. Además, el pasajero es el único responsable de cumplir con requisitos como visas, vacunas, pasaporte vigente y protocolos sanitarios.

“Si el pasajero no lleva la documentación correcta, la naviera tiene derecho a negarle el embarque sin derecho a reembolso. Y si se enferma o necesita atención médica a bordo, debe pagarla aparte completamente. Por eso es vital adquirir un seguro de cancelación y asistencia en viaje antes de embarcar”. explica Montagut.
El documental revela que, tras la desaparición de Amy Bradley en el crucero Rhapsody of the Seas, la vida a bordo siguió como si nada hubiera pasado, aunque su familia alertó de inmediato sobre su ausencia, el barco no detuvo su recorrido ni activó protocolos de búsqueda exhaustiva urgente; y por el contrario desembarcaron y luego las autoridades locales tardaron en intervenir y, en menos de 24 horas, el crucero ya estaba en otro puerto con todos los pasajeros disfrutando de sus vacaciones; pues según los testimonios no podían impedir continuar el viaje de más de dos mil 500 personas por una desaparecida.
La familia quedó sola, aferrada a la esperanza de que alguien respondiera, pero eso nunca ocurrió.
Y es que esa es una de las realidades más duras de este tipo de viajes, si alguien desaparece en un crucero, es muy difícil que respondan por ti. Ni la naviera, ni la tripulación, ni los gobiernos involucrados. La jurisdicción es difusa, las investigaciones son lentas, y el itinerario del barco como ocurrió en este caso, no se detiene por nadie.
“La seguridad en un crucero no es absoluta. Por más que parezca un lugar controlado, en altamar pasan cosas que muchas veces no se ven ni se reportan, mi recomendación siempre es viajar en familia, estar atentos y no confiarse con desconocidos; es muy importante tener en cuenta que no todos los que abordan un crucero van en plan de vacaciones. El mar es una ruta silenciosa y perfecta para delitos como el tráfico de personas, por eso es fundamental mantenerse alerta y no bajar la guardia en este tipo de viajes”, afirmó el experto en viajes turísticos en alta mar.
Uno de los aspectos más desconocidos para muchos viajeros son las políticas de cancelación. Existen tarifas no reembolsables y penalidades que pueden superar el 90 por ciento del valor pagado, incluso por causas de fuerza mayor.
“Una cancelación por enfermedad, accidente, problemas legales o negación de visa no garantiza devolución, la naviera no reembolsa, y las agencias tampoco. El pasajero debe cubrir todo eso con un seguro si lo tiene”, dijo Montagut.
Además, viajar en crucero implica aceptar ciertos riesgos que no son cubiertos por las navieras. Por ejemplo, si durante el trayecto ocurre un brote de enfermedad o hay un cambio brusco de clima, el crucero puede ser cancelado o regresado al punto de partida, y los costos de regreso o retraso corren por cuenta del pasajero.
“En los cruceros, la seguridad no es solo del barco hacia afuera, también depende del comportamiento de los pasajeros. Cada quien debe ser consciente de los riesgos y prepararse antes de subir”, afirmó Daniel.

Otro punto crítico es la atención médica. Aunque hay médicos a bordo, los servicios tienen costo adicional y deben ser pagados allí mismo, cargados a la cabina del pasajero; las navieras insisten en que viajar sin seguro es una decisión riesgosa, especialmente en rutas largas o remotas.
“Nadie quiere imaginar lo peor, pero hay que hacerlo. ¿Qué pasa si uno sufre un accidente en altamar o un infarto? Si no tiene seguro, nadie cubre eso, ni el barco ni la agencia, absolutamente nadie", precisó.
El experto añadió que "un crucero no es un paseo a la ligera. Hay restricciones incluso para bebés, menores de edad, y personas con enfermedades crónicas. Por eso insistimos en leer bien todo antes de comprar”, finalizó el asesor en viajes.
Hasta el momento el caso de Amy Bradley sigue sin resolverse. Pero deja una gran enseñanza y es que cuando uno viaja en crucero, debe saber que se embarca en algo más que un destino, también en un contrato, una logística compleja y una serie de responsabilidades personales que deben tener cuidado de cumplir para evitar riesgos o calamidades.