Muros de sed

De raíces, fronteras y otros espejismos
En la entrega anterior del capítulo Quake, qualm: https://quadratin.com/opinion/muros-de-sed-17/
- El viejo Joaquín va a la morgue a identificar al pequeño Marcos, que ha sido asesinado a navajazos.
Capítulo XVIII, Run
Tal vez, si corriera tan rápido como lo hacía en aquellas carreras parejeras del pueblo… Mientras el aire golpeteaba su cara los recuerdos se le estrellaron uno a uno, colgándose de sus enormes pestañas. Tara, ta, tan, ta, tan, ta, tan. Tara, ta, tan, ta, tan, ta, tan,… podía escuchar a la banda del tío Tirso como si, en lorita, estuviera tundiéndole al tololoche. Los días de fiesta eran buenos tiempos.
Desde temprano toda la gente andaba intranquila; chochos brincando en un comal caliente. Los hombres en busca del ganado para la comelitona y las mujeres picando la verdura, echándole leña al fogón y moliendo la masa para las corundas y los uchepos. Los niños intentando esconderse para que no fueran sorprendidos por el enésimo mandado del día. Justamente ahora, deseaba que sus pies fueran alas y pudieran volar tan rápido y tan alto como él quisiera. ¿Dónde se había metido el viejo Joaquín? ¿Por qué no había respondido a sus llamadas?
El viejo era como un abuelo. Le gustaba cuando la mano huesuda de Joaquín le acariciaba la cabeza. Al principio, ni dudarlo, le rehuía a la mano arrugada. Quién sabe que mañitas tendría el viejo aquél. Pero luego, como gato ronroneador, disfrutaba del cariño. Mejor le hubiera hecho caso al viejo cuando le decía: “Mira escuincle, fíjate bien a dónde te metes.
Ese pinche negro, el del diente de oro, es un hombre malo. Nomás te quiere para que repartas el polvo en la playa de Isla Vista con los pinches bolillos de la universidad. Ándate conmigo, es más seguro mover a Blanca Nieves con la gente nuestra. Nomás hay que ir a la barda y verás como, una vez que te conozcan, la macuarreada se te abalanza para que les vendas una grapa”.
Pero el Micke pagaba mejor y los gringos, cuando andaban urgidos, eran capaces de ofrecer el doble por un pase. Por donde se le viera ganaba más. Así que pus ni modos. A lo hecho pecho y cuanto, cuanto pecho necesitaba. Uno grande, para que el aire le alcanzara todas las millas que le faltaba recorrer para llegar al albergue. Los pies se le hundían en la arena, que a pesar de que el sol se había ocultado hacía ya mucho, todavía permanecía caliente. A medida que pasaba el tiempo empezó a sentir como sus pies se despegaban de la playa. No sentía las piernas.
Estaba volando como las gaviotas. Un golpe de luna le atravesó el pecho, aire por fin entrando a su cuerpo. Una vez y otra. Su piel era el plástico que antes, cuando los buenos tiempos, sus manitas agujereaban para cubrir la boca de un frasco repleto de catarinas voladoras. Tara, ta, tan, ta, ta, ta, tan, tara, ta, ta, ta, tan, ta, tan. Corre, corre, la meta está cerca. Una niña rubiecita de comercial gringo le extendía las manos al final del camino.
Nombre de Dios, Chihuahua, México, 11 de julio de 2025.
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